El Otro Lado de La Manzana
Al aire libre
En espacios verdes, Central Park suele concentrar todas las atenciones. Pero vale la pena salir de Manhattan y buscar las sorpresas de los otros distritos. En los últimos años, ha sido sobre todo Brooklyn la que ha sabido revalorizarse con nuevas ofertas de ocio y cultura.
Aunque también encontraremos escenarios antiguos. Muy antiguos. Atravesando el puente de Brooklyn hacia el distrito que lleva el mismo nombre, encontramos una preciosidad de la ciudad que es también monumento nacional: el cementerio de Green-Wood, fundado en 1838.
¿Sugerencia lúgubre? ¡No! Las 478 hectáreas de colinas, valles y caminos constituyen una especie de oasis de paz y sosiego en medio del caos. Y, sobre todo, existe la curiosidad de encontrar, entre más de 500 000 «residentes», mausoleos y estatuas, a los muchos nombres ilustres de la historia americana que otorgan a Green-Wood una fama semejante a la del cementerio de Père-Lachaise de París.
La entrada es gratuita y existen visitas guiadas para ver los túmulos de Leonard Bernstein, Jean-Michel Basquiat o Henry Steinway, entre otras leyendas de la política, el deporte y la guerra civil. Historias de escándalos, rivalidades y secretos forman parte de esta ruta inusual.
De vuelta a Manhattan, vamos en dirección al Fort Tryon Park, que destaca en la punta norte de la isla. Regalo de John D. Rockefeller a la ciudad de Nueva York, se mantiene como uno de los lugares de mayor encanto natural. Tiene olmos centenarios, cuatro jardines diferentes y ejemplos de arquitectura clásica bien preservados.
Y como este es uno de los puntos más elevados de la ciudad, una tarde divertida aquí incluirá siempre las vistas privilegiadas del río Hudson y sus orillas. Pero esto no es todo...
En busca del arte
Y ya que estamos en Fort Tryon Park, aquí nos encontraremos también con algo que contrasta inmediatamente con la modernidad de Nueva York. The Cloisters es un museo que pertenece al Metropolitan Museum of Art (Met) y se dedica al arte y a la arquitectura de la Edad Media. La construcción contiene elementos que se inspiran en varios claustros europeos y su colección incluye más de dos mil obras de arte datadas entre los siglos XII y XV.
Nuevamente en Brooklyn, regresamos abruptamente a la actualidad. Ahora en un barrio in que es un fenómeno típicamente neoyorquino. En Williamsburg, en las calles de edificios industriales se concentran jóvenes creativos, tiendas y restaurantes identificados con una cultura independiente.
Y además de las galerías de arte, aquí encontramos la feria gastronómica Smogasburg, el Flea Market y el minibarrio de DUMBO («Down Under the Manhattan Bridge»), que hace de esta una de las zonas más apetecibles de Nueva York.
Comprar y comer fuera del circuito
Si el objetivo es descubrir grandes gangas, recuerdos únicos, pasar una noche relajada y evitar los precios altos de las avenidas concurridas de Manhattan, lo mejor es seguir en la otra orilla del río. En la atmósfera plural del Brooklyn Night Bazaar hay de todo los viernes y los sábados: galerías de arte, artesanía, decoración, buena comida y música en directo. El BNB a veces cambia de sitio, permanezca atento.
En una vertiente multicultural, la Chinatown de Manhattan es la primera opción obvia. Pero también Flushing, en el distrito de Queens, merece una visita. Está al norte de Brooklyn y es una extensa zona urbana donde predominan comunidades inmigrantes, sobre todo de origen asiático. Nada como ir hasta Flushing para una auténtica inmersión gastronómica; y la experiencia va desde los puestos callejeros hasta los restaurantes más prestigiosos.
Y existen centenares de tiendas de todo tipo, literalmente. Para quienes buscan ropa y juguetes coreanos o hierbas terapéuticas chinas, Flushing es el lugar ideal.
¿Y de noche?
Las opciones de entretenimiento en Nueva York son infinitas y no se limitan a las grandes salas de Broadway en Manhattan. Cerca está el mítico barrio de Hell’s Kitchen, que aprovecha algo de su antigua aura de rebeldía para reafirmar el encanto del presente. Aquí hay una serie de teatros alternativos y espacios de tono más intimista con espectáculos de nuevos autores.
Tal como en Bushwick, al norte de Williamsburg, en el distrito de Brooklyn. Las calles industriales de este barrio de antigua fama difícil (tal como Hell’s Kitchen) han sido habitadas paulatinamente por artistas jóvenes en busca de alquileres más accesibles. Los clubes, galerías y salas alternativas han proliferado como setas.
Una cosa es segura. En Nueva York, quedarse en casa no es una opción. Si viene con tiempo, no se olvide de reservar uno o dos días para ver la ciudad desde otra perspectiva.