Paseo en Lisboa
En Lisboa, se hace mucha vida en la calle y, entre todas sus tiendas y quioscos, hay lugares en los que siempre hago una parada: The Feeting Room, Pau-Brasil y Quiosque Lisboa. Todas estas visitas implican una subida por la Rua da Misericórdia, con una parada obligatoria en la iglesia jesuita de São Roque y un recorrido por las fabulosas tiendas de antigüedades y los tentadores bares que hay a lo largo del camino.
Lisboa representa también la fusión de siglos de influencias, y no hay nada mejor que probar la cocina de Goa en Jesus é Goês, donde el asombroso cazón ambotik le hará sudar. De postre, no hay nada como el sabor de un bebinca.
El Topo, en la plaza Martim Moniz, remata la velada con magníficas vistas del castillo.
Por la mañana, visitamos Fábrica Lisboa, donde se elaboran y sirven los mejores croissants, paseamos por las estrechas calles de Alfama en dirección al imponente Panteón Nacional y luego nos dirigimos al mercadillo de la Feira da Ladra, con sus tesoros escondidos. Uno de ellos, menos itinerante que la feria, es la tienda de cerámica Armazém das Caldas. Almorzamos en Santa Clara dos Cogumelos y subimos (una vez más, aunque en Lisboa las subidas a pie siempre tienen recompensa) hasta el Jardim do Cerco da Graça. Recargamos las pilas con un trozo de tarta de chocolate en la cafetería Teatro da Garagem y una visita al antiguo barrio de Mouraria por la Rua de São Cristóvão. Cenamos comida típica portuguesa en Trigueirinho, que nunca nos deja indiferentes, y volvemos al Largo do Intendente, donde un cóctel en el último piso de la Casa Independente o una limonada en la terraza nos trasladan a una Lisboa más alternativa, libre y divertida.
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Por António Avelar, miembro de TAP Cabin Crew desde 2014.